Si bien es cierto que
me llamó la atención desde un comienzo por el nombre, me dejé estar a la hora
de seguir buscando sobre esta obra y la historia que traía consigo. Sin embargo,
al parecer el azar tenía algo más preparado para mí cuando esta obra vino a
parar en mi biblioteca por un capricho del destino.
Tatukua es una novela
corta de 130 páginas que fue íntegramente escrita en guaraní. Al terminarla de
leer me quedé con el regusto de que acababa de leer alguna obra que terminaría
de florecer en la posteridad de las letras y sin perder tiempo comencé la tarea
de armar una reseña desde las hondonadas de la novela que gratamente me
sorprendió con interminables pasajes muy subrayables.
Su
estructura narrativa quebrada nos orilla a rasgar historia tras historia hasta
una gran profundidad a pesar de sus escasas páginas. La novela comienza
describiendo una fría mañana de invierno en la comunidad de Tatukua. Con la
acción descripta a continuación, nos sitúa dentro del marco temporal de la
revolución del 47 y la desesperada medida de esconderse bajo tierra cual los
animales autóctonos del lugar: los armadillos.
Si bien de primera el
idioma nos quiere pintar un desafío, la novela esta prolíficamente encaminada
hacia un lenguaje ágil, cotidiano y sencillo para los guaraní hablantes, de
allí que sería un material de apoyo bastante sólido y ameno para estudiantes académicos
y gente interesada en aprender este idioma.
Como todo lo que tiene
que ver con el guaraní los parajes en que el hombre comparte con la naturaleza están
descritos con gran poesía, llevándonos de la mano hacia la belleza de las
cosas simples. La sapienza narrativa a la hora de explicarnos objetos que históricamente
dentro del idioma han creado conflictos en la pronunciación entre los academicistas
y los guaraní hablantes, fluyen naturalmente en la lectura del entramado
literario.
Foto de Oliver Forster. Fuente facebook. Chaco paraguayo. |
Si hablamos de
intensidad, apenas estaríamos asomando a lo que significa expresar los sentimientos
en guaraní y más todavía en una novela en donde las inquietudes interiores se
foguean con las adversidades del exterior. Nuestros personajes
principales vislumbran su vida interior desde monólogos cargados de
existencialismo, reflejando la cosmogonía y el sentir de todos los ancestros
que dieron origen al idioma guaraní con las imágenes que estos emplean para expresarse. Cada personaje que iba
llegando a Tatukua traía consigo una historia pesarosa que encerraba un afán de
auto superación.
Llama la atención de que el árbol de Timbó es de donde se
tejen todas las historias y a donde también llegan a su fin. Otro parámetro es
la cantidad de personajes, para bien o para mal, que aportan a la definición de
nuestro personaje principal y sin quienes la novela perdería consistencia.
La novela puede pensarse
desde un fin determinado o con un significado oculto en el entramado. Teniendo
ambas apreciaciones la misma categoría, de allí el valor de
peso en su propio género e idioma.
La mayor carga simbólica
recae sobre tres elementos y el primero y más importante es la figura del
armadillo que se presenta como ser mitológico indispensable en la diégesis de
la historia, tendiendo a darle un regusto de realismo mágico bien paraguayo,
sin enmarcar definitivamente a la novela dentro de esta corriente.
El armadillo es el
nombre de la novela, pero también es el símbolo y el kurundu de Pedro, nuestro
protagonista principal. Quien al emprender su viaje de realización personal,
sale y se encuentra con la ciudad de Asunción según sus propias palabras, metafóricamente
cubierto del polvo y el barro de Tatukua. Cual armadillo que sale a la luz después
de trabajar la tierra de su madriguera en busca de un sustento o porque la ley
natural así lo dicta. Más adelante, aparece de
vuelta la reminiscencia del armadillo como Kurundu, al serle legado a Pedro la
garra del animal tras la muerte de su padre, lejos del hogar. Transformándose
en símbolo del origen de Pedro.
El segundo elemento es
el árbol de Timbó cuya leyenda para los guaraníes le atribuye el significado de
la búsqueda, la añoranza y el amor paternal.
Según León Cadogan, extraido de su
libro Yvyra Ñe´eryrú:
“En las creencias Tupi-Guarani, como la de
otros pueblos amerindios; Todo animal es un ser cósmico eterno, y todos los
animales de su especie no son sino sus manifestaciones en la tierra. Lo mismo
reza para muchos árboles.”
Es notable cómo el escritor Casco nos sumerge
en la trama, diseminando a este árbol en el sentir y como parte indispensable
de la historia del muchacho y del pueblo mismo. Rubricando indefectiblemente el
origen del lenguaje empleado en la novela, invocando al rico bagaje cultural
del idioma precolombino que saludablemente sobrevive hasta nuestros días.
El siguiente elemento
también es un árbol: el lapacho, cuyo solo nombre es sinónimo de fuerza, entereza y del triunfo de la resiliencia por sobre las limitaciones del
entorno. Al final de todo no queda nada más que florecer, por este rasgo tan
humano es que llegue a la conclusión de que esta novela tiene todos los
condimentos para convertirse en un clásico de la literatura en guaraní.
Siempre se dice que no
se debe juzgar a un libro por su portada, sin embargo no pude resistirme a
preguntarle a Arnaldo Casco sobre el arte de tapa y su incidencia en él como
escritor del libro. Al fin de cuentas el arte de tapa si bien no lo hace el
escritor tradicionalmente, es una parte indivisible que nos sirve de portal
para la historia.
“Sobre la tapa: El bosquejo me hizo una
dibujante que justamente se llama Rebeca con las ideas que se me ocurrían.
Quería reflejar la idea del eterno retorno y el tiempo circular”.
“Los lectores han ido
más lejos con sus interpretaciones del dibujo”, nos relata Arnaldo Casco. Y confieso que no me quedé atrás de esas afirmaciones,
ya que a mis abstracciones visuales puedo describir a un enorme y circular árbol
espinoso del que se asoma un mito.
Descifrar las
manifestaciones del tiempo, el lapacho, el timbo y el armadillo serán
finalmente labores del lector que le garantizaran, una apacible complacencia.
***
Brevísima bio del autor:
Arnaldo Casco es Guaireño, licenciado en filosofía y en lengua y cultura
guaraní. También es locutor de radio y tv, comenzó a escribir la novela Tatukua
en el 2010 y luego, finalmente fue publicada en el 2017 bajo el sello editorial
de Servilibro con ayuda del FONDEC.
Tatukua como novela
cuenta con una fanpage en el Facebook. Podés acceder a ella siguiendo este enlace: https://www.facebook.com/tatukua