Cuando escuche por primera vez el nombre de la
novela, me acuerdo se me vino a la mente la idea de unas luces opacadas por
el humo, no sabría decir si fuera por el humo pastoso de la niebla o la
distancia. En la primera ojeada que le di leí hasta los primeros tres capítulos
y me dije que había algo más detrás de todo ese capricho caótico que nos
introduce a la vida de Javo, el protagonista principal. Y acá estamos, en el
punto en donde escribimos sobre Luz baja
como si Javo se apersonara en un compañero del colegio al que hacía años no
veíamos.
Pero vayamos al origen: Gabriel es la raíz inventiva
detrás de esta novela corta y que muy amablemente accedió a darnos más luz (valga
el eufemismo) sobre ésta su obra que sin pretender nada, inspiró esta
entrevista brevísima y estas líneas de apreciación por parte del blog de la
Narratura Salvaje.
Diferenciarse de un sujeto que solo escribe comienza
desde el momento en que acuñamos un nombre y un seudónimo. Decinos tu nombre
real y el origen de tu seudónimo.
En
realidad, tengo seudónimo desde antes de imaginar que escribiría. Cave es un
apodo que me viene de la infancia, del ámbito familiar. Por alguna razón, mi
hermana me bautizó así. El resto del tiempo, a efectos legales, me llamo
Gabriel Ogdon.
La vida literaria nada tiene que ver con la vida
real y sus avatares, ¿a qué te dedicás cuando no estás escribiendo?
Siempre trabajé en actividades ligadas
a la comunicación, el periodismo y la edición. Ser editor es lo que más me
apasiona. Hace un tiempo que trabajo en el proyecto de una editorial que estará
enfocada exclusivamente en narrativa de ficción. Si todo sale bien, este año se
publicaría el primer título del catálogo.
Y de seguro que La Narratura estará siguiendo los
pasos de tu nuevo emprendimiento para una segunda parte de esta entrevista.
Decinos de
tus estudios que tengan que ver con literatura, ya sean talleres o charlas.
Impartí talleres de lectura y
escritura en algunas oportunidades. Lo que más rescato de esas experiencias es
haberme topado siempre con una mayoría abrumadora de mujeres escribiendo cosas
geniales. Algo que me parece fantástico, porque puede permitir abrir brechas,
tan necesarias, por cierto, en una literatura tradicionalmente pro-masculina.
Tenés razón, en algún momento debería abordar la
obra publicada de alguna autora en este espacio para equiparar la balanza.
Sobre tu obra, Luz baja es el nombre de tu novela corta ¿Cómo se te ocurrió el nombre y que relación le das con la obra completa?
Bueno, aunque no creas, es una
respuesta compleja. En general, diría que el título se impuso por capricho
imaginativo. Me servía como estímulo para escribir. Pero hay una historia. Al
igual que Javo, alguna vez admiré mucho a la banda de rock Pearl Jam (incluso
en una época en que no había tanta gente que escuchara a la banda en Paraguay.
En ese sentido, creo que Internet permitió a muchos jóvenes, sobre todo,
penetrar en un universo musical antes más vedado). El caso es que hay una
canción de ellos, Low Light, que durante mucho tiempo resonaba en mis
sueños. Sin importar de qué sueño se tratara, la canción aparecía como una
especie de banda sonora onírica. Esa canción siempre me pareció una estela de
imágenes hilvanadas que cuentan una historia difícil de entender para mí. Sin
embargo, me daba la sensación de ser una historia sugestiva. En particular unos
versos referidos al choque de un auto se grabaron en mi mente. Esa imagen
comenzó a obsesionarme hasta que un día me pregunté si podía emplearla como
parte de algún relato. No sé por qué imaginaba un accidente espectacular,
terrible, exagerado. Entonces comencé a imaginar lo que venía antes: la
historia de estos chicos, todo lo que podía haberlos conducido a chocar de
forma calamitosa. Al margen de esta historia, un amigo me señaló que la noción
de “luz baja”, en algún momento del libro, también comienza a funcionar como
una metáfora del avance de Javo por ese tramo de su vida: solo puede iluminar
su noche personal, su incertidumbre juvenil, solo unos escasos metros por
delante. Solo puede ver el camino a escasa distancia.
Luz Baja fue publicada en 2018 y se convirtió a los ojos de
estos tiempos postcovid el último testimonio de lo que fuera una típica salida
de fin de semana. Describe las impresiones del personaje con una brutal
honestidad a la que como toda verdad estamos muy poco acostumbrados. Apela a
ser fiel ejemplo del movimiento literario del realismo sucio del que muy pocas
veces me ha traído noticias las tertulias literarias paraguayas pero que
gratamente me he encontrado casi por una casualidad.
¿Cuál fue tu trayectoria literaria hasta ahora?
Bueno, supongo que podría construir una trayectoria si obligara a mi
memoria (publiqué dos novelas, una colección de cuentos. Tengo una novela lista
para publicarse este año...). Pero la verdad es que no me interesa mucho
pensarme en esos términos. No me tomo muy en serio el papel de escritor. En
parte porque, cuando pienso en literatura, suelo pensar como lector, como ratón
de biblioteca. Te diría que siempre fui un lector compulsivo y, como escritor,
casi por completo autodidacta, aunque tuve la suerte de captar la atención de
algunos “escritores profesionales” que, en su momento, me brindaron enseñanzas
que me ayudaron. Lo que más me interesa de la escritura, en todo caso, es el
texto, qué se pone en juego en el relato que uno escribe, cómo puede eso
resonar en el lector. Pero el papel de
escritor, la necesidad de exhibirme como tal, o ser reconocido como tal, me
parece que forma parte de un teatro social para el que siempre fui tan torpe
como desinteresado. Además, como sostienen pensadores como Theodor Adorno o
David Foster Wallace, muchas de esas concepciones (literatura, arte, escritor,
libro, etc.) se encuentran en crisis desde hace tiempo.
Lo mejor de la novela corta es su prosa, que aunque
agresiva está delicadamente curtida en el realismo sucio, sin salirse ni un milímetro
de la técnica con gran maestría por parte de su autor. Su notable distintivo es
que es una novela con modismos y jergas callejeras que determinan una época y
un lugar típicamente paraguayos y que podrían descolocar a un lector que no
estuviera familiarizado con los términos de calle, por lo que algunas
salvedades en las que se explique o traduzcan no estarían demás ya por la
desvalorización del lenguaje en el tiempo o el lugar ajeno a su cuna de origen,
pero sin los que no estaría tan oportunamente enmarcado en su tiempo.
El tema del trato de los personajes en una novela
queda en la linde de conocerlos de tal forma que, como lector puedas hacer un
cuento con ellos. Cada personaje de esta novela queda demarcado según sus
gestos, acciones y reacciones ante una movida vertiginosa del mundo que los
rodea y los observa a través de una persiana de líneas, como un lector
voyerista de sus desatinos, sus escotes y sus fantasías más profundas.
La extensión del libro es de setenta y cuatro
páginas en donde hacemos inmersión al último fin de semana de las vacaciones de
invierno de unos adolescentes que se comunican con el lenguaje cotidiano, codeándose
con el jopara en agilidad sencilla y fácil de leer.
Veranillo de San Juan en las noches asuncenas. |
Tiene diálogos simples de jóvenes que dicho con un
refrán, tiene la mente vacía en donde el diablo se hace de casillero y es
precisamente esas ocurrencias, esos vacíos los que nos enganchan a un viaje confuso
que bien nos dejará con la ropa oliendo a cigarrillo o con la nostalgia de
alguna noche de nuestros recuerdos.
El clima emocional de un escritor es vital a la hora
de la concepción de una obra, ¿en qué periodo de tu existencia nació la idea de
Luz baja?
Creo que provengo de una generación de jóvenes cuyas vidas están
marcadas por el vértigo, la precariedad y los excesos. Quizás eso haga que
personas que nacieron en los ochenta, aún al llegar a los treinta, experimenten
una situación de vida que gente mayor, de generaciones anteriores, considera
como “una juventud alargada”. Para mí fue muy curioso escribir a los 30 años
una historia de jóvenes de 18 con problemas de jóvenes de 18. ¿Cómo hacerlo si
tengo la cabeza de un tipo de 30? Sin embargo, quizás porque también padecí una
terrible incertidumbre a su misma edad con respecto a qué haría de mi vida (una
presión, por lo demás, social, pero que a esa edad es formidable), sentí que
podía expresar algunas inquietudes juveniles contemporáneas. La cuestión fue
cómo hacer que las voces de los personajes fueran creíbles, cómo desaparecer yo
como autor detrás de todo ese vyroreí de colegio, detrás del cual, sin
embargo, creo que palpita un conflicto existencial. Al menos en lo que se
refiere a Javo.
Rabelais es citado en la
obra con las cavilaciones distantes del protagonista principal como ideal
poético y lejano. Pero que sin embargo se enseñorea con la trama de Luz baja en el intento de conciliar la línea
humanística de la creación literaria con la popular ya tradición de un sector
social, como son las salidas de fin de semana. Proporcionando al igual que
Rabelais un espejo en el que puede verse reflejada una sociedad de su época. Luz baja es la turbulenta incertidumbre
con la que se mueven los individuos cuando piensan en su futuro, independientemente
de la edad de los protagonistas o el lector.
Una redacción prolija y
una estructura ordenada contrastan en sincronía con cada capítulo llevándonos a
cavilaciones y estados mentales de Javo bastante memorables por la agridulce
combinación de imágenes y evocaciones sensitivas.
“La
literatura duerme despatarrada en la hamaca de una siesta eterna. Toma tereré
en los zaguanes. Se apoya en los portones despintados, saltados por yakarés.
Huele la caca de los perros y de las gallinas cegatonas. Mira pasar a la gente,
sentada en las murallas de los gatos. Luz baja. Cave Ogdon.”
En
una novela corta es complicada la división de los capítulos ¿Cuál fue tu
criterio a la hora de dividir los capítulos?
Bueno, en algunos casos hay capítulos
cercanos en el tiempo y otros entre los cuales hay una distancia de tiempo más
grande. Supongo que el criterio fue la sucesión de escenas. Pero tampoco es
claro, porque a veces hay varias escenas en un capítulo, y en otras solo una.
La obra actualmente se encuentra
liberada para su lectura en línea sin las ataduras del papel para algunos, y
para deleite de otros también se encuentra en formato físico editado bajo
esmero de Aike Biene, una editorial
independiente.
¿Qué te impulsó a liberar tu obra?
Generalmente, la decisión de publicar
es compleja. Conozco escritores que escriben pensando de manera premeditada en
hacerlo. Pero a mí eso me paralizaría. La única manera que encuentro para
escribir es si siento realmente la necesidad de expresar con el lenguaje algún
sueño o imagen que me haya ido anegando poco a poco. Ahora que pienso, quizás Luz
baja, algunas partes, ya anidaban en mí desde hacía años. Por qué, no sé.
Pero un día se manifiestan con intensidad, y entonces uno hace el intento de
escribir. Así que, cuando uno escribe toda una obra como parte de ese proceso
lento, complejo y difícil de describir, naturalmente busca lectores cuya opinión
valore. Nadie quiere sentir que algo en lo que trabajó por varios meses vaya a
parar al basurero (aunque ocurre, vaya que sí). En ese sentido, Luz baja
le debe mucho a varias personas que me ayudaron con sus consejos, opiniones y
críticas. Publicar fue una forma de celebrar esas lecturas solidarias, y
multiplicar las posibilidades del libro.
El fetichismo del libro en físico existe, deciles de dónde pueden comprar y/o conseguir.
Luz baja fue editada por Aike Biene, una editorial autogestiva de Asunción.
Uno puede informarse sobre sus puntos de venta en su sitio web: https://aikebiene.wordpress.com/
En lo personal, pienso que su catálogo
contiene obras de gran valor para los interesados en leer literatura más o
menos alternativa.
Entre el catálogo de obras publicadas por Cave Ogdon se encuentran
enumeradas: Papeles del encierro. Libro de cuentos publicado en el 2017 y Los
Incómodos, un libro de cuentos publicado en el 2016. Ambos en formato físico publicados
bajo sello editorial de Arandurã.