martes, 6 de febrero de 2024

Helio Vera hasta en la sopa.

Hablar del ensayo narrativo en nuestra literatura nos llevaría de regreso a los albores del siglo XX. Sin embargo, pensar en el ensayo narrativo como una posibilidad para la construcción de la sociedad del siglo XXI aún me parece viable a pesar de la lejanía de aquel principio de siglo, en dónde todo se originó con la aparición novecentista.

En el más acá, en un revisionismo literario del género, es válido respaldar mi teoría desde un referente que supo trascender los distintos estratos sociales y porque no culturales de la sociedad paraguaya, con sus inquietudes, posibles reformas y cuyos trabajos sirven hasta hoy como testimonio de una idiosincrasia de la época que en la actualidad poco o nada cambió a pesar del tiempo.


Helio Vera es uno de los referentes citados cuando volvemos la mirada hacia la literatura paraguaya, socialmente consagrada como clásica.

En 1990 fue el contexto histórico en que resurgió el ensayo narrativo de Helio Vera como herramienta reformista. Las restricciones dictatoriales a la libertad del pensamiento habían sido derrocadas el año anterior. Al poner de relieve esas restricciones y las conquistas que superamos como sociedad paraguaya, quiero hacerme la pregunta de ¿cuáles son las restricciones en la actualidad, en el inicio de este 2024, que no permite el florecimiento del pensamiento paraguayo con respecto a temas relevantes, tanto social como culturalmente hablando? ¿Por qué a pesa de tener esta explosión de géneros y autores no vemos amalgamas de pensamientos, tesituras y teorías en la literatura de la actualidad? Una respuesta que se me atraviesa es que quizás Helio Vera no hizo sus apuntes ensayísticos con el fin de crear un espejo sociocultural en el que sentarse a mirar, sino que solamente era un tipo muy divertido que quiso reírse un poco a expensas de lo que observaba y que nosotros “los estudiosos ociosos” comenzamos a ver fantasmas en los espejos de agua que dejaban su inventiva literaria. Sin embargo, esta respuesta tenía un sesgo que más tarde descubrí para mi alivio.   

Con aquella declaratoria de libertad de pensamiento es que vino el libro de Helio Vera, “En busca del hueso perdido”, nombre que si bien esta explicado en el prólogo, para la historia literaria el nombre adquirió voz y significado propio como una invitación para retomar esa búsqueda del paraguayo de encontrarse a sí mismo.

El tono bromista de sus ensayos estaba pronunciado desde las primeras páginas para el lector que se atreviera a indagar entre sus inventivas y ocurrencias. Con el tiempo su libro se posicionó como un tratado de vanagloria intelectual. El triunfo de la intelectualidad paraguaya por sobre las vicisitudes de la dictadura impuesta en décadas anteriores a la libertad de expresión, de escribir, de reírse de uno mismo y de sus pares.

Si miramos el antecedente de nuestra literatura nos adentramos a un periodo en el que Paraguay estaba usando su literatura como una herramienta de resistencia y denuncia social. Haciendo este revisionismo ya nos damos cuenta que la obra de Helio Vera “En busca del hueso perdido” ya fue una saludable bifurcación de los temas recurrentes de sus contemporáneos en los años noventa, por la adopción de un tono jocoso para el abordaje de su libro y por la temática emprendida al estudio del paraguayo en su entorno social (paraguayidad), lejos de encorsetadas tesituras como la moral y la ética, pintando una forma de hacer las cosas que van más por las prácticas costumbristas de un mundo que estaba en todas partes, pero del que nadie se atrevía a hablar abiertamente a raíz del régimen imperante.


Al enumerar estas observaciones nos damos cuenta de que su elección del género y la temática de su libro no estaban absueltas de intensión y fuerza de voluntad, como más arriba quise justificar la carencia en la actualidad de ensayos de similar naturaleza.

Hay algo que es muy válido resaltar también y es que los retratos del paraguayo y su forma de hacer las cosas no estaban hechos desde la vulgaridad y la chabacanería. Una parodia es la caricatura de un ser real, no una ridiculización de sus ademanes y defectos con el fin de hacer reír a los demás como vemos en las redes sociales mediante dramatizaciones. Hacer esa salvedad puede que marque la diferencia entre lo que es gracioso y lo que genuinamente nos dé material que pensar con respecto a nuestros defectos como sociedad.  

La temática del libro nos pone en jaque por las disciplinas de las que se sirvió para nutrirse, tales como: la antropología cultural, la sociología, la historia, sin contar con la observación implícita en su carácter de escritor para poder hilvanar todas esas asignaturas en el tema de su libro y así como en su caso dejar un material imperecedero para las letras paraguayas como lo fue el tema abordado, su género y forma de encarar sus escritos, desde explicaciones acomodadas a nuestra cotidianeidad, valiéndose de disciplinas que en Paraguay se estudian vagamente, restándole su valor capital al no institucionalizarlas en todas las universidades, como es el caso de la antropología y la sociología, pero dejando de manifiesto su obra para futuras referencias a los estudiosos que se animen a adentrarse en la psique de toda una colectividad.

Sus escritos tienen capas de interpretación que se amoldan al entendimiento de sus interlocutores, las imágenes y figuras sí dan risa, pero sus ideas expuestas en causas y efectos invitan a observarse un poco más, como un libro anecdotario en el que vernos reflejados y tratar de enderezar los reglones de nuestros defectos como sociedad.

Una temática muy poco explorada hasta ahora en la literatura paraguaya y que nos invitan como individuos sociales a plantearnos que es lo que estamos consumiendo y hasta qué punto es bueno esa habilidad paraguariensis de adaptarnos y sobrevivir a las hostilidades culturales en post de ser aceptados, sin ponerles ese freno racional que solo se puede alcanzar mediante la culturización.

Siguiendo con su libro “En busca del hueso perdido” en el expone ensayos en los que trata de comprender el porqué de esas costumbres paraguayas, exponiéndolas a la luz con un tono humorístico sarcástico, (¿con que tono si no fuera con ese, se tomaría las tesituras de sus observaciones de calle?)  Mucho más marcado que en el segundo tomo y no por eso menos palpables y reales. Utilizando vocablos en guaraní para nombrar esas aristas de la personalidad paraguaya que nunca fueron documentadas, más que en las conversaciones colectivas y que adquieren peso con el paso del tiempo, al ser plasmadas en sus libros como un testimonio sociocultural.

Helio Vera en vida había gozado de su fama como escritor y al plantar su bandera en aquellos terrenos, no se imaginó que hasta hoy día daría que hablar con sus libros. 

“El país de la sopa dura” fue publicada en el 2010 dos años después de su muerte bajo el sello editorial de Servilibro, consta de veintinueve enunciados ensayísticos sobre los aspectos sociales más rezagados en estudio por parte “del homo paraguayensis”. Quedando por su innovación como la declaratoria final y consagración de sus convicciones expuestas en su libro primero: En busca del hueso perdido de 1990.

Ambos volúmenes, partes de la saga “El tratado de la Paraguayología”. Estos títulos tienen la particularidad que al ser sometidos a un marco comparativo podemos ser testigos del nacimiento en la comprensión de una mente de su posición en el espacio que habita, no solo como ser individual sino como colectividad. Cosa que a pesar de los años de esta eureka, en la actualidad la sociedad paraguaya poco o nada ha despertado en conciencia de sí misma y la orilla que habita en esta parte del mundo.


En “El país de la sopa dura”, expuso teorías relativamente actuales de antropología y psicología social, adaptándolas a nuestra identidad nacional para exponer su preocupación por la apatía en las investigaciones científicas y abandonarnos a la improvisación.

Se fijó en los peligros del mestizaje cultural si es que no se hacía un rescate por parte de “una sana política cultural” en post de salvaguardar “la personalidad base” del “Ser nacional”. Una observación que estuvo adelantada a su época y que en la actualidad solo se compara con la velocidad con que se deforestan nuestros bosques y el auge del internet.

En la actualidad ese abandono a la improvisación que Vera ya había observado nos está costando la autoría intelectual y cultural de cosas que por nuestra apatía en documentarnos como cultura, van cayendo en manos de países vecinos que respaldan sus apropiaciones culturales con documentos que muchas veces están omitiendo sus fuentes en post de acrecentar el acervo cultural del que en unas carecen y del otro aborrecen por sus raíces paraguayas. 

Una cosa que es muy válida de subrayar es que aquello del tratado de paraguayología” empezó como una broma, pero terminó siendo de importancia capital para su autor. Estamos tan acostumbrados a decir que el paraguayo no lee como una muleta que usamos para solapar otras carencias, que la idea de una favorable tirada de libros ensayísticos bien sirve para ejemplificar. Las tiradas de ambos libros portan un saludable número, “En busca del hueso perdido” ha conquistado la decimoséptima edición, mientras que “El País de la sopa dura” ya cuenta con su sexta edición desde el 2010.

Para hablar de la valía del ensayo narrativo como herramienta, vasta un revisionismo de los distintos tópicos que fueron fortificando este género literario, es cierto que en la actualidad no se tienen noticias fácilmente del cultivo de este género, pero eso no quiere decir que no se consigan por los avezados buscadores. Como prólogo sirve este posteo al siguiente que se viene, una lista de ensayos más irreverentes, pero eso ya es agua de otro molino.  

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