lunes, 3 de septiembre de 2018

Del seudónimo y otras criaturas fantásticas.

A la hora de firmar por nuestros escritos, me di cuenta que hay una cantidad excesiva de gente que prefiere escudarse en un seudónimo a la hora de firmar sus trabajos. Son muy contados los aguerridos que ponen el nombre y apellido a sus obras, en especial cuando están publicando o participando por primera vez  en una antología.

El seudónimo, es un nombre ficticio y recurrente que usas cuando sos un artista o vas a firmar algo, como un alter ego que hace las cosas que vos como “fulano de tal” jamás harías, un señor Hyde esencialmente artístico. Es tu imagen pública y tu máscara. Por eso, a la hora de elegir uno, asegúrate que te guste tanto como para hacerte un tatuaje con él, porque el seudónimo digan lo que te digan, debe ser para siempre, así que piensa bien si te seguirá gustando, como para en algún momento de tu carrera como escritor/a seas reconocido por ese nombre y que no te causa hartazgo o incomodidad de aquí a veinte o treinta años.

No hay reglas que determinen cómo debe ser un seudónimo, ya que es algo que queda enteramente a elección del escritor. Pero es importante saber que los seudónimos no son tan inofensivos como estamos acostumbrados a utilizarlos, de allí que los que apuesten por uno lo decanten hacia un nombre y apellido especifico, o hacia un alias lo suficientemente fuerte y original como para usarse como un nombre.

Cuida que tenga algún significado relacionado con el género que escribas: Investiga tu género preferido y sácale el jugo. Un buen seudónimo puede orientarte a que simpatices en un nicho específico, que te lance ya para un público sin demasiado esfuerzo, de allí otra de sus importancias. También está la estética, tanto en cómo se escribe y se pronuncia ya que si es demasiado complicado o impronunciable le va a ser muy difícil a tus futuros fans buscarte en las librerías o hacerte la propaganda de boca en boca simplemente porque no puede pronunciar  tu seudónimo (a Arnold Schwarzenegger le importó una mierda este post y fue contra el mundo con su propio apellido) o puede ser todo lo contrario, si tu seudónimo es un nombre muy común imagínate como seria que un fan goglee tu seudónimo para saber algo de vos, con suerte ya vas a aparecer en la página treinta y cinco del buscador.

La aliteración (repetir uno o varios sonidos dentro de una misma palabra o frase) en los nombres es un buen recurso para hacer que tu seudónimo sea melódico y fácil de recordar, o seudónimos cuyos nombre y apellido rimen. Ejemplo: Reinaldo Rueda. (Obvio que no es un buen seudónimo pero es el único ejemplo que se me ocurrió)  

Un seudónimo, un género: Sea terror, suspenso o romántico, porque invalida tu trabajo literario si utilizas un seudónimo en esta antología de un género específico y otro seudónimo completamente diferente en otro trabajo del mismo género. Lo que haces, de repente, es borrar toda tu trayectoria literaria y volver a empezar sin nunca generar reconocimiento, como despertar todas las mañanas con un rostro distinto sin la oportunidad de tener gente que realmente te conozca.
René Magritte:
La grande guerre (izquierda)  El hijo de hombre (derecha) 

O sea, los seudónimos sobresalen y prosperan si es que son fieles al género de su autor. En un caso extraordinario, por ejemplo si mi seudónimo es Hortensia Rojas y escribo novelas eróticas, no va a pegar que use el mismo seudónimo para escribir novelas infantiles, mismo por el género. Lo ideal es que use el seudónimo de Hortensia para este género y otro bien distinto para mi nueva faceta como escritor de novelas para niños.  La utilización del seudónimo es algo muy serio, a más de ser una herramienta de fantasía, puede comprometer seriamente nuestro trabajo.

En nuestro código civil paraguayo tenemos un apartado especial sobre la figura del seudónimo que básicamente dice que conforme pase el tiempo y uses el mismo seudónimo artístico en todas partes, (durante un periodo de tiempo considerable: 20 años) inclusive para firmar documentos importantes, (sean contratos editoriales en nuestro caso) tienen la misma validez que como cuando usas el nombre que figura en tu cédula de identidad. Tácitamente eso nos invita a utilizar el mismo seudónimo las veces que acudamos a esta mascara artística a la hora de firmar nuestros trabajos. Si es que hablamos de profesionalismo como escritores.

Por eso diseña tu seudónimo ahora que sabes el verdadero poder que puede tener un nombre, si ya tenés uno, replantéate el uso y su significado para tu género preferido. Ser un escritor genial está en los detalles de nuestro oficio ¿Qué esperas? El conocimiento sobre las cosas que te importan es la llave para poder alcanzar lo que más quieras. 



miércoles, 8 de agosto de 2018

Diez pasos y un consejo para escribir poesía

¿Está desesperado? ¿Su novia le obliga a escribir poesía porque sabe que usted es escritor? ¿Tiene un bloqueo que ha durado tres años o tal vez más? Aprenda de estos diez pasos el secreto de la creación, de (a lo menos) un pequeño libro de unas cien hojas de poesías, todas llenas de sentimientos, corazones y margaritas. 

Paso 1º Consígase algo para sus apuntes: le aconsejo que sea un cuaderno viejo, preferentemente uno universitario de muchas hojas si quiere parecer un escritor entregado a la musa de las artes. O uno viejito y de mediano uso si su intención es parece atormentado por las voces cavernosas de una gran novela, que todavía no se decide en comenzar.

Personalmente tengo las dos clases.

Paso 2º Busque algo que ronde su cabeza, que no sea su novio o novia, ni el tema siquiera de lo que pretenda hacer en su poesía. Medite sobre ese tema y si eso le lleva a pensar en otras cosas MEJOR, aléjese todo lo que pueda del tema de su poesía y si empieza a pensar en el tema, escape y vaya frente al televisor

Paso 3º Una forma efectiva de escape es sumergirse en las propagandas absurdas de la tele, sentirá cómo paulatinamente sus funciones creativas se van ralentizando y apagando. No se preocupe, recuerde que tiene que escribir un poema: ¡Óigame, solo recuérdelo! Pero no vaya al tema, no olvide el paso dos, o mejor, recuerde el paso dos… bueno eso.

Paso 4º Vaya a su escritorio, tomé el cuaderno que ha elegido y ábralo en una hoja blanca, véala inmaculada. ¡Cuántas rayas tiene para escribirse y usted no ha hecho nada!, tome el lápiz o bolígrafo y dispóngase en la primera línea, si no se le ocurre nada, no desespere va por buen camino, luego retire la mano y arroje el lápiz porque EL LÁPIZ tiene la culpa (espero que sea uno, porque lo siento desesperado en este tramo).

Paso 5º Mire a su costado, vea cuanto desorden, recuerde todo lo que le falta por hacer, recuerde su promesa de escribir algo porque no hizo nada todavía, vea de nuevo la hoja blanca con rayas y sienta como la hoja se ríe de su creatividad, sienta el dilema existencial de continuar o no y cuando se decida por continuar haga un dibujo de usted y póngale un nombre preferentemente gracioso. Ahora sí, ya puede cerrar su cuaderno, ya hizo algo en la hoja, ahora ella ya no va a poder burlarse de usted.

Repita el paso dos, tres, cuatro y cinco. Mínimo por un mes, luego salte al siguiente paso. De seguro ya está casi listo.

Paso 6º Duérmase por intervalos muy temprano para evitar las burlas de una hoja en blanco o muy tarde repitiendo el paso Nº tres, o simplemente salga a divertirse. La vida es corta estimado lector si es hombre vaya a fiestas, pierda su mirada en el escote generoso de esa chica que lo mira y sonríe a cada rato o si es mujer acepte los tragos de ese atlético y guapo extraño. Entablen conversación con ellos pero en ambos casos si sus deberes y obligaciones no permiten que pase más de una simple charla invítelo a su ronda de amigos; los muchachos estarán contentos de tener a la belleza de ojos atrayentes con ellos (si decide irse temprano) y sus amigas tendrán mucho que contarle después del muchacho de los tragos libres.   

Paso 7º Despiértese por la mañana y recuerde lo del poema, si, ese que... Esa es la actitud, usted ya está en camino de escribirlo, pero está pensando en el poema ¡No lo haga! Ponga música, la que más le guste a todo volumen y cante para que su cerebro se calle, comience los siguientes días así.

Repetir este paso por una semana.

Paso 8º Recuerde las razones por las que quiere escribir un poema.

¿Por qué quiero escribir éste poema? Anímese a escribir la respuesta, por más cursi o altamente censurable de sus razones. Eso es todo, ahora vuelva a repasar todos los pasos anteriores que más le hayan gustado por cinco días.

Paso 9º Ahora, ésta parte necesita de un dominio extremo de todo lo aprendido. Cuando este dormitando, piense conscientemente en su poema, es probable que ya este con los ojos cerrados y en las primeras fases del sueño en donde usted ha desarrollado (gracias a quedarse dormido delante del televisor), cierto dominio de lo que escucha y piensa por la curiosidad de saber cómo termina la película por sobre el sueño, imaginándola conscientemente por lo que escucha. Use esa técnica,  imagínese al poema terminado, una vez que lo logre ya puede dormirse.

Paso 10º En la noche siguiente, haga lo mismo y deténgase ahora en imaginar las palabras, haga esto hasta poder leer una estrofa de aquel poema en ese periodo de vigilia, cuando pueda hacerlo levántese a anotarlo en su cuaderno (Paso Nº uno) He aquí la prueba de fuego, levantarse medio sonámbulo y escribir. Muchos no llegan a este paso por creer que tienen un súper cerebro que se va a acordar al día siguiente, por experiencia propia les recomiendo que no salten este paso, en memoria dormida no hay poema que escribir.

CONSEJO:

Reintente este pasó hasta que pueda lograr levantarse a reescribirlo. Debo advertirle que nuestro subconsciente nos juega bromas y nos hace soñar que nos levantamos a escribir y al día siguiente nos topamos con el mal recuerdo que era tan solo parte de un sueño y sin nada anotado. Una vez que tenga el verso anótelos en hojas alejadas de los otros escritos así tendrá hojas en donde desarrollar su poesía.

Repetir el último paso todas las veces que necesite, si usted estimado lector no olvido en ningún momento que tenía que escribir el poema por sobre la pereza o las banalidades de la vida, usted tiene alma de escritor o una obsesión patológica que requiere suministrar mucho lápiz y papel.

En Conclusión: Para escribir un poema, usted no necesita de tiempo ni inspiración, la poesía se escribe sola porque solo se necesita de querer hacerlo y la poesía solo necesita de un motivo para existir.  

viernes, 27 de julio de 2018

Prohibido fijar carteles

Rodando de aquí para allá en un bus encontré una frase (porque hasta ahora la suelo encontrar cuando viajo) y que siempre me saca una risa culpable. Una letra mal garabateada no sé si por estar escribiendo mientras se le reventaba la panza de la risa o por el movimiento de ese colectivo interno. Un anuncio franco y sin tapujos: “Señor travesti te da el servis completo solo wasa (tal número)” a la vista de un promedio de quinientas personas por día, puede que sea solo eso, un anuncio o que encierre alguna cosa más. Una vida pasada que atormenta, un/a ex despechada/o que comparte el número del anterior estimado/a, o una aventura vergonzosa que ni “los perros” te bancan, ¿quién sabe? Sólo el que escribió. 

“Hola! decime que si”, “Te amo tanto que a veces ver tu foto del wa no me basta”, “busco señora casada para una relación de amistad discreta”(amistad discreta o sea WTF jajajaj), “Te quiero bruja de mi vida<3”, “Andrea ya conseguí laburo, volvé, te quiero”. “Yo no me caí del cielo, pero si de un bar triste nena. Una frase tirada sobre la avenida Mariscal López dice: “Y al final, fueron felices”. Y por último la frase más linda que leí en la pared de una casa en un barrio de Fernando de la Mora: “No te olvides de tu hechizo”. 

Así dicen las frases corroídas de los banquitos de plaza, a lado de otros garabatos mal escritos denunciando a las dos clases de amor: el de los correspondidos, como el de los“no tanto” y demás cosas que la gente dejó escrito seguro para que alguien las leyera y fuera testigo de su desazón o como forma de afianzar la transgresión hacia lo socialmente impuesto. 

Según el psicoanálisis existen dos razones por el que escribir es terapéutico: uno es para liberarse de las emociones y otra es para canalizar como nos gustaría que funcionen las cosas que en ese momento nos están generando frustración (de allí que algunos terapeutas aconsejen un diario de cosas positivas como una forma de combatir la depresión). Esta terapia se basa en que para poder olvidar algo se debe llegar a una catarsis, a una resignación tanto positiva (aceptación y salida favorable del problema) como negativa (estado de vergüenza, culpa o auto reproche) para soltar “la figura/objeto” y poder seguir. Escribiéndolo en una hoja en blanco (El blanco es importante porque el subconsciente lo asocia con la limpieza, el orden y la calma) y después abandonar el escrito en algún lugar público, tirarlo a la basura o según la violencia del sentimiento impreso en esa hoja, quemarlo. Esta técnica “civilizada” tiene una vertiente mucho más rústica, porque es tan efectiva que se adapta a las necesidades del individuo que la invoca tanto de forma voluntaria como no. A veces, no basta con la borrachera del finde para olvidarte del turro/a de turno, es entonces cuando en la madrugada, en el día o a cualquier hora aparece el cortaplumas, un pincel permanente (o si sos estudiante) el infaltable corrector, para entrar en acción y salvarte de lo que sea que estés atravesando (y por lo visto, sin mucho éxito) como el mejor asistente de todos los padres del psicoanálisis y exorcizarnos de eso que nos duele, que nos pesa o avergüenza. 


Nunca me puse a pensar en esas frases que accidentalmente encuentro en el bus, la plaza, los baños o alguna pared, escondieran los sentimientos más humanos o algunas verdades tan rotundas, allí mismo, abandonadas a la vista, a la burla, al escrutinio de todos, sin que ninguno le diera el menor interés. Un sentimiento desnudo, exhibiéndose en público y nadie da vuelta a mirarle dos veces. Se vuelven parte de la misma belleza de ciudad que tiene el agua de un charco, irisado por una gota de aceite de camión o la belleza decadente del wabi sabi japonés que se observa en las casas antiguas del casco histórico.

Escribimos estas frases personales, caritativamente envueltos en el manto de ese tal Anónimo, para enterrarlas, o como derramándole un poco de alcohol a esas heridas que rehúsan curarse por obra y gracia “del tiempo”. De allí la raíz de todas las acciones aparentemente destructivas pero que en realidad son un profundo lenguaje de señas. Invocar el protector consuelo de escribir sobre objetos cotidianos (como un asiento de bus, por ejemplo) lo traduzco en que lo haces porque no podes pagarte un psicólogo.

Algunos todavía nos rehusamos a exponernos, y eso no nos hace más sensatos o menos destructivos con nuestro entorno y nuestras relaciones, otros se exponen con la gracia de quien empieza una conversación en el bus con el pasajero de al lado. Es acá donde el camino más corto es de dominar la sagrada escritura en los azulejos, sillas, puertas o bancos de plaza, abandonar el disgusto en un lugar público puede ser más liberador de lo que nos permiten darnos cuenta. Es por eso que este hábito cavernario de escribir por las paredes y los objetos nos libera, aposentándose sin la remota posibilidad de que la sociedad moderna la deje de usar. 

Curarse, esa es la cuestión y no importa que tan relegada tengamos nuestra salud mental porque simplemente “no estamos locos” de alguna u otra forma el subconsciente se manifiesta en acciones que “parecen al descuido”, sin intereses mayores y sin embargo encierra un profundo mecanismo de auto sanación que desesperadamente esperamos que funcione.