martes, 18 de mayo de 2021

Luz baja, reseña sobre la garganta del caos.


Cuando escuche por primera vez el nombre de la novela, me acuerdo se me vino a la mente la idea de unas luces opacadas por el humo, no sabría decir si fuera por el humo pastoso de la niebla o la distancia. En la primera ojeada que le di leí hasta los primeros tres capítulos y me dije que había algo más detrás de todo ese capricho caótico que nos introduce a la vida de Javo, el protagonista principal. Y acá estamos, en el punto en donde escribimos sobre Luz baja como si Javo se apersonara en un compañero del colegio al que hacía años no veíamos.

Pero vayamos al origen: Gabriel es la raíz inventiva detrás de esta novela corta y que muy amablemente accedió a darnos más luz (valga el eufemismo) sobre ésta su obra que sin pretender nada, inspiró esta entrevista brevísima y estas líneas de apreciación por parte del blog de la Narratura Salvaje.

Diferenciarse de un sujeto que solo escribe comienza desde el momento en que acuñamos un nombre y un seudónimo. Decinos tu nombre real y el origen de tu seudónimo.
En realidad, tengo seudónimo desde antes de imaginar que escribiría. Cave es un apodo que me viene de la infancia, del ámbito familiar. Por alguna razón, mi hermana me bautizó así. El resto del tiempo, a efectos legales, me llamo Gabriel Ogdon.

La vida literaria nada tiene que ver con la vida real y sus avatares, ¿a qué te dedicás cuando no estás escribiendo?

Siempre trabajé en actividades ligadas a la comunicación, el periodismo y la edición. Ser editor es lo que más me apasiona. Hace un tiempo que trabajo en el proyecto de una editorial que estará enfocada exclusivamente en narrativa de ficción. Si todo sale bien, este año se publicaría el primer título del catálogo.

Y de seguro que La Narratura estará siguiendo los pasos de tu nuevo emprendimiento para una segunda parte de esta entrevista.

Decinos de tus estudios que tengan que ver con literatura, ya sean talleres o charlas.

Impartí talleres de lectura y escritura en algunas oportunidades. Lo que más rescato de esas experiencias es haberme topado siempre con una mayoría abrumadora de mujeres escribiendo cosas geniales. Algo que me parece fantástico, porque puede permitir abrir brechas, tan necesarias, por cierto, en una literatura tradicionalmente pro-masculina.

Tenés razón, en algún momento debería abordar la obra publicada de alguna autora en este espacio para equiparar la balanza.


Sobre tu obra, Luz baja es el nombre de tu novela corta ¿Cómo se te ocurrió el nombre y que relación le das con la obra completa?

Bueno, aunque no creas, es una respuesta compleja. En general, diría que el título se impuso por capricho imaginativo. Me servía como estímulo para escribir. Pero hay una historia. Al igual que Javo, alguna vez admiré mucho a la banda de rock Pearl Jam (incluso en una época en que no había tanta gente que escuchara a la banda en Paraguay. En ese sentido, creo que Internet permitió a muchos jóvenes, sobre todo, penetrar en un universo musical antes más vedado). El caso es que hay una canción de ellos, Low Light, que durante mucho tiempo resonaba en mis sueños. Sin importar de qué sueño se tratara, la canción aparecía como una especie de banda sonora onírica. Esa canción siempre me pareció una estela de imágenes hilvanadas que cuentan una historia difícil de entender para mí. Sin embargo, me daba la sensación de ser una historia sugestiva. En particular unos versos referidos al choque de un auto se grabaron en mi mente. Esa imagen comenzó a obsesionarme hasta que un día me pregunté si podía emplearla como parte de algún relato. No sé por qué imaginaba un accidente espectacular, terrible, exagerado. Entonces comencé a imaginar lo que venía antes: la historia de estos chicos, todo lo que podía haberlos conducido a chocar de forma calamitosa. Al margen de esta historia, un amigo me señaló que la noción de “luz baja”, en algún momento del libro, también comienza a funcionar como una metáfora del avance de Javo por ese tramo de su vida: solo puede iluminar su noche personal, su incertidumbre juvenil, solo unos escasos metros por delante. Solo puede ver el camino a escasa distancia.

Luz Baja fue publicada en 2018 y se convirtió a los ojos de estos tiempos postcovid el último testimonio de lo que fuera una típica salida de fin de semana. Describe las impresiones del personaje con una brutal honestidad a la que como toda verdad estamos muy poco acostumbrados. Apela a ser fiel ejemplo del movimiento literario del realismo sucio del que muy pocas veces me ha traído noticias las tertulias literarias paraguayas pero que gratamente me he encontrado casi por una casualidad.

¿Cuál fue tu trayectoria literaria hasta ahora?

Bueno, supongo que podría construir una trayectoria si obligara a mi memoria (publiqué dos novelas, una colección de cuentos. Tengo una novela lista para publicarse este año...). Pero la verdad es que no me interesa mucho pensarme en esos términos. No me tomo muy en serio el papel de escritor. En parte porque, cuando pienso en literatura, suelo pensar como lector, como ratón de biblioteca. Te diría que siempre fui un lector compulsivo y, como escritor, casi por completo autodidacta, aunque tuve la suerte de captar la atención de algunos “escritores profesionales” que, en su momento, me brindaron enseñanzas que me ayudaron. Lo que más me interesa de la escritura, en todo caso, es el texto, qué se pone en juego en el relato que uno escribe, cómo puede eso resonar en el lector.  Pero el papel de escritor, la necesidad de exhibirme como tal, o ser reconocido como tal, me parece que forma parte de un teatro social para el que siempre fui tan torpe como desinteresado. Además, como sostienen pensadores como Theodor Adorno o David Foster Wallace, muchas de esas concepciones (literatura, arte, escritor, libro, etc.) se encuentran en crisis desde hace tiempo.

Lo mejor de la novela corta es su prosa, que aunque agresiva está delicadamente curtida en el realismo sucio, sin salirse ni un milímetro de la técnica con gran maestría por parte de su autor. Su notable distintivo es que es una novela con modismos y jergas callejeras que determinan una época y un lugar típicamente paraguayos y que podrían descolocar a un lector que no estuviera familiarizado con los términos de calle, por lo que algunas salvedades en las que se explique o traduzcan no estarían demás ya por la desvalorización del lenguaje en el tiempo o el lugar ajeno a su cuna de origen, pero sin los que no estaría tan oportunamente enmarcado en su tiempo.

El tema del trato de los personajes en una novela queda en la linde de conocerlos de tal forma que, como lector puedas hacer un cuento con ellos. Cada personaje de esta novela queda demarcado según sus gestos, acciones y reacciones ante una movida vertiginosa del mundo que los rodea y los observa a través de una persiana de líneas, como un lector voyerista de sus desatinos, sus escotes y sus fantasías más profundas.

La extensión del libro es de setenta y cuatro páginas en donde hacemos inmersión al último fin de semana de las vacaciones de invierno de unos adolescentes que se comunican con el lenguaje cotidiano, codeándose con el jopara en agilidad sencilla y fácil de leer.

Veranillo de San Juan en las noches asuncenas
El respaldo de la historia está en los detalles que hacen a una noche de fiesta tan típicamente asuncena, desde los colores de un bar hasta el último colectivo rezagado que pasa entre las doce y media y la una y media de la mañana para salvarnos por última vez de una noche de juerga que no marcha como esperábamos.

Tiene diálogos simples de jóvenes que dicho con un refrán, tiene la mente vacía en donde el diablo se hace de casillero y es precisamente esas ocurrencias, esos vacíos los que nos enganchan a un viaje confuso que bien nos dejará con la ropa oliendo a cigarrillo o con la nostalgia de alguna noche de nuestros recuerdos.

El clima emocional de un escritor es vital a la hora de la concepción de una obra, ¿en qué periodo de tu existencia nació la idea de Luz baja?

Creo que provengo de una generación de jóvenes cuyas vidas están marcadas por el vértigo, la precariedad y los excesos. Quizás eso haga que personas que nacieron en los ochenta, aún al llegar a los treinta, experimenten una situación de vida que gente mayor, de generaciones anteriores, considera como “una juventud alargada”. Para mí fue muy curioso escribir a los 30 años una historia de jóvenes de 18 con problemas de jóvenes de 18. ¿Cómo hacerlo si tengo la cabeza de un tipo de 30? Sin embargo, quizás porque también padecí una terrible incertidumbre a su misma edad con respecto a qué haría de mi vida (una presión, por lo demás, social, pero que a esa edad es formidable), sentí que podía expresar algunas inquietudes juveniles contemporáneas. La cuestión fue cómo hacer que las voces de los personajes fueran creíbles, cómo desaparecer yo como autor detrás de todo ese vyroreí de colegio, detrás del cual, sin embargo, creo que palpita un conflicto existencial. Al menos en lo que se refiere a Javo.

Rabelais es citado en la obra con las cavilaciones distantes del protagonista principal como ideal poético y lejano. Pero que sin embargo se enseñorea con la trama de Luz baja en el intento de conciliar la línea humanística de la creación literaria con la popular ya tradición de un sector social, como son las salidas de fin de semana. Proporcionando al igual que Rabelais un espejo en el que puede verse reflejada una sociedad de su época. Luz baja es la turbulenta incertidumbre con la que se mueven los individuos cuando piensan en su futuro, independientemente de la edad de los protagonistas o el lector.

Una redacción prolija y una estructura ordenada contrastan en sincronía con cada capítulo llevándonos a cavilaciones y estados mentales de Javo bastante memorables por la agridulce combinación de imágenes y evocaciones sensitivas.

“La literatura duerme despatarrada en la hamaca de una siesta eterna. Toma tereré en los zaguanes. Se apoya en los portones despintados, saltados por yakarés. Huele la caca de los perros y de las gallinas cegatonas. Mira pasar a la gente, sentada en las murallas de los gatos. Luz baja. Cave Ogdon.”

En una novela corta es complicada la división de los capítulos ¿Cuál fue tu criterio a la hora de dividir los capítulos?

Bueno, en algunos casos hay capítulos cercanos en el tiempo y otros entre los cuales hay una distancia de tiempo más grande. Supongo que el criterio fue la sucesión de escenas. Pero tampoco es claro, porque a veces hay varias escenas en un capítulo, y en otras solo una.

La obra actualmente se encuentra liberada para su lectura en línea sin las ataduras del papel para algunos, y para deleite de otros también se encuentra en formato físico editado bajo esmero de Aike Biene, una editorial independiente.  

¿Qué te impulsó a liberar tu obra?
Generalmente, la decisión de publicar es compleja. Conozco escritores que escriben pensando de manera premeditada en hacerlo. Pero a mí eso me paralizaría. La única manera que encuentro para escribir es si siento realmente la necesidad de expresar con el lenguaje algún sueño o imagen que me haya ido anegando poco a poco. Ahora que pienso, quizás Luz baja, algunas partes, ya anidaban en mí desde hacía años. Por qué, no sé. Pero un día se manifiestan con intensidad, y entonces uno hace el intento de escribir. Así que, cuando uno escribe toda una obra como parte de ese proceso lento, complejo y difícil de describir, naturalmente busca lectores cuya opinión valore. Nadie quiere sentir que algo en lo que trabajó por varios meses vaya a parar al basurero (aunque ocurre, vaya que sí). En ese sentido, Luz baja le debe mucho a varias personas que me ayudaron con sus consejos, opiniones y críticas. Publicar fue una forma de celebrar esas lecturas solidarias, y multiplicar las posibilidades del libro.


El fetichismo del libro en físico existe, deciles de dónde pueden comprar y/o conseguir.

 Luz baja fue editada por Aike Biene, una editorial autogestiva de Asunción. Uno puede informarse sobre sus puntos de venta en su sitio web: https://aikebiene.wordpress.com/

En lo personal, pienso que su catálogo contiene obras de gran valor para los interesados en leer literatura más o menos alternativa.

Entre el catálogo de obras publicadas por Cave Ogdon se encuentran enumeradas: Papeles del encierro. Libro de cuentos publicado en el 2017 y Los Incómodos, un libro de cuentos publicado en el 2016. Ambos en formato físico publicados bajo sello editorial de Arandurã.