¿Está desesperado? ¿Su novia le obliga a escribir poesía porque sabe que
usted es escritor? ¿Tiene un bloqueo que ha durado tres años o tal vez más?
Aprenda de estos diez pasos el secreto de la creación, de (a lo menos) un
pequeño libro de unas cien hojas de poesías, todas llenas de sentimientos,
corazones y margaritas.
Paso 1º Consígase
algo para sus apuntes: le aconsejo que sea un cuaderno viejo, preferentemente
uno universitario de muchas hojas si quiere parecer un escritor entregado a la
musa de las artes. O uno viejito y de mediano uso si su intención es parece
atormentado por las voces cavernosas de una gran novela, que todavía no se
decide en comenzar.
Personalmente tengo las dos clases.
Paso 2º Busque algo
que ronde su cabeza, que no sea su novio o novia, ni el tema siquiera de lo que
pretenda hacer en su poesía. Medite sobre ese tema y si eso le lleva a pensar
en otras cosas MEJOR, aléjese todo lo que pueda del tema de su poesía y si
empieza a pensar en el tema, escape y vaya frente al televisor
Paso 3º Una forma
efectiva de escape es sumergirse en las propagandas absurdas de la tele,
sentirá cómo paulatinamente sus funciones creativas se van ralentizando y
apagando. No se preocupe, recuerde que tiene que escribir un poema: ¡Óigame,
solo recuérdelo! Pero no vaya al tema, no olvide el paso dos, o mejor, recuerde
el paso dos… bueno eso.
Paso 4º Vaya a su
escritorio, tomé el cuaderno que ha elegido y ábralo en una hoja blanca, véala
inmaculada. ¡Cuántas rayas tiene para escribirse y usted no ha hecho nada!,
tome el lápiz o bolígrafo y dispóngase en la primera línea, si no se le ocurre
nada, no desespere va por buen camino, luego retire la mano y arroje el lápiz
porque EL LÁPIZ tiene la culpa (espero que sea uno, porque lo siento
desesperado en este tramo).
Paso 5º Mire a su
costado, vea cuanto desorden, recuerde todo lo que le falta por hacer, recuerde
su promesa de escribir algo porque no hizo nada todavía, vea de nuevo la hoja
blanca con rayas y sienta como la hoja se ríe de su creatividad, sienta el
dilema existencial de continuar o no y cuando se decida por continuar haga un
dibujo de usted y póngale un nombre preferentemente gracioso. Ahora sí, ya
puede cerrar su cuaderno, ya hizo algo en la hoja, ahora ella ya no va a poder
burlarse de usted.
Repita el paso dos, tres, cuatro y cinco. Mínimo por un mes, luego salte al
siguiente paso. De seguro ya está casi listo.
Paso 6º Duérmase por
intervalos muy temprano para evitar las burlas de una hoja en blanco o muy
tarde repitiendo el paso Nº tres, o simplemente salga a divertirse. La vida es
corta estimado lector si es hombre vaya a fiestas, pierda su mirada en el escote
generoso de esa chica que lo mira y sonríe a cada rato o si es mujer acepte los
tragos de ese atlético y guapo extraño. Entablen conversación con ellos pero en
ambos casos si sus deberes y obligaciones no permiten que pase más de una
simple charla invítelo a su ronda de amigos; los muchachos estarán contentos de
tener a la belleza de ojos atrayentes con ellos (si decide irse temprano) y sus
amigas tendrán mucho que contarle después del muchacho de los tragos
libres.
Paso 7º Despiértese
por la mañana y recuerde lo del poema, si, ese que... Esa es la actitud, usted
ya está en camino de escribirlo, pero está pensando en el poema ¡No lo haga!
Ponga música, la que más le guste a todo volumen y cante para que su cerebro se
calle, comience los siguientes días así.
Repetir este paso por una semana.
Paso 8º Recuerde las
razones por las que quiere escribir un poema.
¿Por qué quiero escribir éste poema? Anímese a escribir la respuesta, por
más cursi o altamente censurable de sus razones. Eso es todo, ahora vuelva a
repasar todos los pasos anteriores que más le hayan gustado por cinco días.
Paso 9º Ahora, ésta
parte necesita de un dominio extremo de todo lo aprendido. Cuando este
dormitando, piense conscientemente en su poema, es probable que ya este con los
ojos cerrados y en las primeras fases del sueño en donde usted ha desarrollado
(gracias a quedarse dormido delante del televisor), cierto dominio de lo que
escucha y piensa por la curiosidad de saber cómo termina la película por sobre
el sueño, imaginándola conscientemente por lo que escucha. Use esa
técnica, imagínese al poema terminado,
una vez que lo logre ya puede dormirse.
Paso 10º En la noche
siguiente, haga lo mismo y deténgase ahora en imaginar las palabras, haga esto
hasta poder leer una estrofa de aquel poema en ese periodo de vigilia, cuando
pueda hacerlo levántese a anotarlo en su cuaderno (Paso Nº uno) He aquí la
prueba de fuego, levantarse medio sonámbulo y escribir. Muchos no llegan a este
paso por creer que tienen un súper cerebro que se va a acordar al día
siguiente, por experiencia propia les recomiendo que no salten este paso, en
memoria dormida no hay poema que escribir.
CONSEJO:
Reintente este pasó hasta que pueda lograr levantarse a reescribirlo. Debo
advertirle que nuestro subconsciente nos juega bromas y nos hace soñar que nos
levantamos a escribir y al día siguiente nos topamos con el mal recuerdo que
era tan solo parte de un sueño y sin nada anotado. Una vez que tenga el verso
anótelos en hojas alejadas de los otros escritos así tendrá hojas en donde
desarrollar su poesía.
Repetir el último paso todas las veces que necesite, si usted estimado
lector no olvido en ningún momento que tenía que escribir el poema por sobre la
pereza o las banalidades de la vida, usted tiene alma de escritor o una
obsesión patológica que requiere suministrar mucho lápiz y papel.
En Conclusión: Para escribir un poema, usted no necesita
de tiempo ni inspiración, la poesía se escribe sola porque solo se necesita de
querer hacerlo y la poesía solo necesita de un motivo para existir.